BIENVENIDOS A ESTE RINCÓN POÉTICO

"Porque se tiene conciencia de la inutilidad de tantas cosas a veces uno se sienta tranquilamente a la sombra de un árbol- en verano- y se calla". A. González.



En esa tranquilidad os invito a acompañarme en este paseo literario que todos juntos vamos creando.







miércoles, 15 de febrero de 2012

Anécdota en el funeral de Larra un 15 de febrero de 1837


El día 13 de  febrero de 1837, MAriano José de Larra recibió la visita de Dolores Armiño en la que le aseguraba que su relación era definitivamente imposible. Al momento decidió que no merecía la pena seguir viviendo y apuntó directamente a su sien.

Dos días más tarde, un 15 de febrero de aquel 1837 se celebra el funeral del suicidio más sonado de Madrid. Tal fue el caso que la Iglesia, apurada por la repercusión social que aquello podría tener, permitió dar sepultura a aquel joven  de semblante pálido y rostro melancólico. Lo cierto es que los que decidieron suicidarse posteriormente no tuvieron esa suerte.
En su sepelio, un joven e incipiente poeta llamado José Zorrilla leyó una sentida elegía que había compuesto para la ocasión. 


 Nadie conocía a aquel escritor con rostro de niño que se hizo hueco entre tanto "romántico" apenado. Lo cierto es que la elegía fue sentida, pero quizá lo que buscaba este joven vallisoletano era sustituir la plaza de redactor en el periódico que trabajaba Larra. 


Poema A La Memoria Desgraciada Del Joven Literato D. Mariano José De Larra de Jose Zorrilla


Ese vago clamor que rasga el viento
es la voz funeral de una campana;
vano remedo del postrer lamento
de un cadáver sombrío y macilento
que en sucio polvo dormirá mañana.

Acabó su misión sobre la tierra,
y dejó su existencia carcomida,
como una virgen al placer perdida
cuelga el profano velo en el altar.(...)




Lo cierto es que lo consiguió. Ya entonces estaba mal esto de buscar trabajo y el ingenio siempre fue un gran aliado.



Joaquín Massard, compadeciéndose del hambriento Zorrilla, que entonces compartía una escuálida buhardilla con la familia de un cestero, le invitó a hacer unos versos en recuerdo del llorado costumbrista, los cuales -le decía- podían insertarse en la prensa periódica; y aun al mismo Massard no se le ocurrió hasta última hora, después que habían callado los demás oradores y poetas que participaron en las exequias de Larra, la posibilidad de que también se leyesen allí los versos de su desgraciado amigo.
Sobre todo teniendo en cuenta esta casi fallida oportunidad, considérese la habilidad con que Zorrilla sabe sin embargo aprovecharse de ella para salir de la nada y aparecer como misterioso profeta ante la sorpresa de todos, como si sólo él pudiese hablar por todos los dolientes, envuelto como estaba en ropa prestada desde los pies hasta la cabeza -ni siquiera su gran corbata era suya- y «llevando -según nos dice- únicamente propios conmigo mis negros pensamientos, mis negras pesadumbres y mi negra y larguísima cabellera» (
Recuerdos del tiempo viejo, en Obras, II, p. 1.745). (CervantesVirtual)

Sea como fuere, no podemos sino congratularnos si ello sirvió para permitirnos hoy conocer a Doña Inés y a Don Juan. Si nos permitió disfrutar de la obra de nuestro gran dramaturgo José Zorrilla.


3 comentarios:

Carlos Maleno dijo...

Interesante anécdota. No conocía esta historia.

Tu blog está muy bien. Seguiré leyendo por aquí abajo.

Gracias por pasar por mi sitio y comentar.

MArian dijo...

La literatura forma parte de nuestra vida. Me alegra que te guste.

Francisco Javier Bernad Morales dijo...

Muchos años después,Zorrilla se refirió a este hecho en sus memorias "Recuerdos del tiempo viejo" con estas palabras:
"Nací como una planta corrompida
al borde del sepulcro de un malvado."

 
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