BIENVENIDOS A ESTE RINCÓN POÉTICO

"Porque se tiene conciencia de la inutilidad de tantas cosas a veces uno se sienta tranquilamente a la sombra de un árbol- en verano- y se calla". A. González.



En esa tranquilidad os invito a acompañarme en este paseo literario que todos juntos vamos creando.







martes, 5 de abril de 2011

BOMBILLA. FELIPE BENÍTEZ REYES




BOMBILLA ( texto tomado del blog de Felipe Benitez Reyes del día 19 marzo de 2011)


Si las bombillas no sirviesen para nada, si no alumbrasen, si se limitaran a ser objetos sin función, las veríamos expuestas en los museos, pues pocos ingenios resultan tan hermosos y delicados como una bombilla clásica. Pero, como alumbran, las bombillas tienen que conformarse con ser bombillas, que no es un gran destino, de acuerdo, pero que tampoco está mal, sobre todo para el usuario.

La bombilla es un mundo hermético, simplicísimo y complejísimo a la vez, como casi todas las cosas que merecen la pena. Una bombilla apagada es un mundo despoblado, sin el duende dentro. Una bombilla encendida es un pequeño prodigio: una luz que tiene su origen quién sabe dónde y que encuentra la meta en un filamento que puede ser de platino, de carbón, de wolframio o de tungsteno, entre otros materiales posibles, según informan quienes saben.

Una bombilla no se pone al rojo vivo, sino al rojo blanco, que es un rojo muy peculiar, al menos para tratarse de un rojo. El bulbo de cristal de toda bombilla contiene un gas inerte que protege los filamentos de las altas temperaturas, lo que convierte a la bombilla en un ámbito con fantasma incorporado, pues como tal fantasma podemos considerar el mencionado gas inerte, que suena más a ocurrencia lírica que a término científico: inerte… El gas…

Una bombilla encendida atrae a los insectos (salvo a los traicioneros mosquitos, que son amigos de las tinieblas, porque ellos son como murciélagos en miniatura), y lo cierto es que comprende uno a esos insectos que no paran de revolotear en torno a las lámparas domésticas o a las farolas públicas: si uno hubiera nacido insecto, también se fascinaría ante ese espectáculo de refulgencia en plena noche, y creo que más de un insecto acabará pensando que una farola es en realidad la Luna misma, que se ha desprendido del cielo y ha ido a parar a un muro de la calle Aribau o de la calle Pedro Pérez, por no señalar a nadie en concreto.

Para una polilla con un poco de mentalidad estética, una bombilla debe de representar algo así como un palacio impenetrable de cristal en el que de noche se produce el milagro de la luminiscencia, de la luz surgida de la nada. Por eso, algunos insectos se apostan durante el día en las inmediaciones de la bombilla o sobre el cristal mismo de la bombilla, a la espera de que se ponga el sol y de que una mano distraída active el mecanismo prodigioso que permite que llegue al filamento un caudal inextinguible de luz, la luz a chorros, la luz navegante que viene de qué ríos.

En cuanto al destino trágico que está reservado a casi todas las cosas del mundo, digamos que las bombillas suelen tener una muerte fulminante. No hay bombilla que muera de muerte natural, de muerte lenta, por desgaste paulatino. No: la bombilla muere siempre electrocutada. En una micra de segundo, puede pasar de la actividad al acabamiento irreparable. Se trata de una muerte tan sumamente súbita, que en realidad parece un suicidio, pues nada se da tanta prisa en morir como una bombilla sana, ella sabrá por qué.

2 comentarios:

MArian dijo...

Una semana queda para que Felipe Benítez Reyes nosa visite en nuestro centro. Poco a poco vamos viendo en este rincón parte de su poesía. Pero Felipe es mucho más que poeta. En estos últimos días quiero mostraros otros aspectos de su pluma. Es un gran ensayista y la prosa la domina con un gran ingenio. Pocos son capaces en la actualidad de tocar todos los géneros literarios con esta soltura.
Aquí os dejo una de sus reflexiones en voz alta, una "divagación " de la suyas que nos recuerdan qué gran tesoro es el lenguaje, así como la agudeza de ingenio.

Espero que lo disfrutéis tanto como yo.

Saphir dijo...

¡¡Me encanta!!
¡Lo cogeré prestado para alguna clase!

 
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