BIENVENIDOS A ESTE RINCÓN POÉTICO

"Porque se tiene conciencia de la inutilidad de tantas cosas a veces uno se sienta tranquilamente a la sombra de un árbol- en verano- y se calla". A. González.



En esa tranquilidad os invito a acompañarme en este paseo literario que todos juntos vamos creando.







sábado, 28 de noviembre de 2009

ARTÍCULO: DESPUÉS DEL MURO

Por Luis García Montero. Lunes, 9 de Noviembre de 2009.

Después del Muro

- ¿Y tú dónde estabas?

Mi hija Elisa y yo vemos en el televisor un reportaje sobre la caída del Muro de Berlín. Algunos personajes recuerdan lo que estaban haciendo el día en el que se borró la cicatriz que cruzaba el mapa de Alemania. Suele ser una costumbre periodística en la evocación de acontecimientos significativos, como el asesinato de Kennedy, o la legalización del Partido Comunista de España, o en el golpe de Tejero.
- Yo estaba con Rafael Alberti, preparando una exposición y un congreso que se celebró en Cádiz con motivo de su 87 cumpleaños.

- ¿Alberti era comunista?

- Sí, y yo también. En España, el Partido Comunista representaba la oposición al franquismo, la lucha por la democracia en los años más difíciles de la dictadura. Además, las siglas del PCE eran un sentimiento heroico, imprescindible para entender la resistencia del pueblo español contra el fascismo durante la guerra civil. Muchos estudiantes, cantantes, actores, profesionales, sindicalistas, obreros, se movían políticamente en el ámbito del PC.

- ¿Y qué sentiste cuando cayó el Muro?

- Alegría, verdadera alegría. Yo había viajado por los países del Este, acompañando a Alberti, en los primeros años 80. Me costó poco trabajo comprender que aquellos regímenes políticos eran dictaduras insoportables, que no tenían nada que ver con el sentido de mi militancia política. Si algo queda claro después de la experiencia soviética es que no existen soluciones a los problemas del mundo al margen de la libertad. Las dictaduras lo corrompen todo, lo ensucian todo, acaban humillando a los ideales y a los ciudadanos. En una visita a una fábrica, nos presentaron al mejor obrero del mes, y yo sentí vergüenza de ese tipo de premios que tratan a las personas como ratas de laboratorio sometidas a una competencia.

- Pues las encuestas del reportaje dicen que mucha gente está descontenta. Piensan que antes vivían mejor.

- Pero estoy convencido de que no es por nostalgia del pasado, sino por la situación difícil del presente. Que se hundieran los regímenes comunistas no significa que el capitalismo sea un sistema justo. De hecho ahora hay más hambre en el mundo que hace 20 años, las desigualdades han aumentado, la vida es una competencia salvaje. Los ejecutivos reciben primas de los bancos por aumentar su beneficios sin control, y la legión de pobres es mayor y sufre cada vez más. Si uno se atreve a mirar hacia la realidad, dan miedo las injusticias humanas a las que nos hemos acostumbrado. En eso nos parecemos a los ciudadanos que se acostumbraron a callar y a vivir bajo las dictaduras.

- ¿El fracaso del comunismo no justifica el capitalismo?

- No, de ninguna manera, aunque haya quien quiera hacer esa interpretación. El fracaso del comunismo es el fracaso del comunismo, el fracaso de un sistema que quiso acabar con las desigualdades sociales del capitalismo, y no lo consiguió, y provocó luchas feroces de poder, y dictaduras muy crueles. Pero las desigualdades, también muy crueles, siguen ahí. De manera que el fracaso del comunismo, más que justificar al capitalismo, justifica que se sigan buscando alternativas y modos de militancia contra el capitalismo. Pero sin repetir errores, sin justificar la pérdida de libertad.

- ¿Sin poner en peligro la democracia?

- Así es. Las gentes de las encuesta se desencantan porque pensaron que la democracia y el mercado lo iban a solucionar todo. Es decir, se desencantan, porque estaban encantados. La democracia no es una solución de todos los problemas. Yo la entiendo como una posibilidad de trabajo, de lucha contra las injusticias del capitalismo. Creo que la mentalidad neoconservadora y el neoliberalismo son también una agresión a la democracia, le roban el espacio político a los ciudadanos.

- ¡Qué complicación!

- Vivir es complicado, no creas nunca en las soluciones perfectas, porque suelen llenarse de crueldad. Y, sobre todo, no dejes nunca que una consigna, sea del tipo que sea, valga más que tu conciencia.

ÉGLOGA DE LOS DOS RASCACIELOS

Lamentaban dos dulces rascacielos
la morena razón de su desgracia,
bajo el sol del invierno. Mi ciudad
escuchaba en su voz la ineficacia
de un amor que vencido por los celos
otorga duelo y quita libertad.
Tú, lector de esta Edad,
confundido en la masa,
que al regresar a casa
del trabajo, sin ninguna ilusión,
te detienes un punto en la estación
del Metro, o tú que vuelves con la prensa,
triste de corazón,
en un sucio autobús sin recompensa;
tú, irascible lector, que por la prisa
y a causa de Rutina ya no sientes
querella ni motín, si has olvidado
lo sabio que fue ser adolescentes
con tentación de amor y de sonrisa,
escucha el lamentar desconsolado,
el trágico cuidado
de estos dos edificios,
que perdieron juicios
para ganar entrañas y fatiga
-a pesar de ser hierro, piedra, viga-
por una Ninfa ingrata. Los olvidos
de su dulce enemiga
te confían, lector, enternecidos.

PRIMER RASCACIELOS

Yo, que araño este cielo,
que en nubes vivo sin vivir vasallo
del trueno enorme y del tremendo rayo,
porque con mi pañuelo
al sol entre las lluvias doy consuelo;

yo que a las soledades
de la noche traiciono, pues en ella
hago con mis ventanas una estrella
y en las ambigüedades
de su luz se adormecen las ciudades;

yo, espada de cemento,
sufro la esclavitud de una princesa
urbana, que las calles atraviesa
más ligera que el viento,
negada más que piedra al sentimiento.

De lejos la adivino.
Como el imán, por entre los letreros,
la arruga triangular de sus vaqueros
es siempre un torbellino
donde buscan mis ojos el destino.

Su cintura un abrazo,
sus senos son dos lágrimas. Querría
saber por ellos navegar un día,
sentir el fogonazo
pirata de la piel en su regazo.

Y de sus labios preso,
por el carmín en sangre convertidos,
quisiera desnudarme a los sentidos,
hundirme en el proceso
de la corriente atónita de un beso.

Pero no me responde,
que la detiene sólo su trabajo,
camarera nocturna en ese bajo
canalla y sucio, donde
la oscuridad con mi pasión se esconde.

Oh juvenil trofeo,
esquivo sueño, prisa que desgarra
a cuerpos que sostienen en la barra
su alcohol y su deseo.
Mirón el sol, discreto yo, la veo

salir acompañada,
muchas horas después, con dos ojeras
que valen mil silencios, mil esperas
sobre la calle helada,
indigna de sus pies la madrugada.

Y cuando ya se pierde,
en la esquina, el amor, temblando y rojo,
me regala un momento en el despojo
de la ausencia, que muerde
por fin cuando la luz se pone en verde.

¿Qué amarga tubería
podrá encauzar mi llanto agonizante,
el triste corazón de un tierno amante,
convertido en espía,
que muere siempre cuando nace el día?

SEGUNDO RASCACIELOS

Teléfonos alertas,
sirenas que la luz cruzáis veloces,
letreros luminosos, altavoces,
carteleras expertas
que hacéis negocios y mentís ofertas,

yo que acudo al amigo,
os pido que cumpláis la penitencia.
Decidle que es más grave otra sentencia
que hay un mayor castigo
y ponedle mi caso por testigo.

Contadle que ella vive
en mi planta más alta y que la vida
de su casa en mi cuerpo es una herida,
que soy su detective,
que descubro el amor que nos prohibe,

de pronto, sin aviso,
cuando advierto en el pecho su calor
o la siento cruzarme en ascensor,
subir de piso en piso,
como quien tiene dentro el paraíso

y a la vez el infierno.
Suele llegar con alguien, que la besa
poniendo en cada labio una promesa
de amor, extraño y tierno,
por dejarme con daño y sin gobierno.

Despacio se desnuda.
Como el náufrago lucha entre ciclones,
en su respiración, los dos pezones
gritan pidiendo ayuda.
Su orilla son las sábanas sin duda,

pues la veo entregarse,
ya teñida la piel de un rojo leve,
ya tomados los ojos por la nieve,
atarse, desatarse,
desde cumbre salvaje despeñarse

hasta el hondo remanso
que otorga la pasión recién vencida
donde flota el enigma del suicida,
o el tigre, que ya manso,
se entrega cuando halla su descanso.

De tanto bien no es mío
sino el dolor, la rabia, los desvelos,
la bárbara caricia de los celos,
el duro escalofrío,
la envenenada paz, el extravío.

Así que cuando al verte,
cómplice de estupor, en mal estado
y quieras poner fin a tu cuidado
invocando la suerte,
pidiéndole el reposo de la muerte,

por este amor canalla,
acuérdate de mí. Con mi tortura
consuela tu dolida arquitectura,
y cesa, olvida, calla,
cifra tu dignidad en tu batalla.

FINAL

No la ciudad, sino su reino entero
oyéndolos se oculta detenido.
Por ellos, la firmeza del acero,
hecha espuma de mar, ha sometido
su corazón de instinto callejero
al revolver humano del olvido.
Confiésame, lector, que también tienes
la herida que disparan sus desdenes.

Amor, soñado amor, tú que has estado
en el pecho y la voz de un hombre triste,
tú que conmigo vas desesperado,
respeta que no dé lo que no diste,
que traiga libertad a este rimado
por vengarme del daño que me hiciste,
a los dos rascacielos indultando
de tu cerco, tu ley, tu contrabando.

¡Retírate a las nubes más secretas
lo mismo que hace el sol! La luz cobarde
huye llorando lágrimas violetas.
De rosa el horizonte en rojos arde,
las estrellas deshacen sus maletas,
se le cierran los ojos a la tarde,
mientras que vigilando su fortuna,
abre los suyos la impaciente luna.

domingo, 22 de noviembre de 2009

GARCILASO 1991

Mi alma os ha cortado a su medida,
dice ahora el poema,
con palabras que fueron escritas en un tiempo
de amores cortesanos.
Y en esta habitación del siglo XX,
muy a finales ya,
preparando la clase de mañana,
regresan las palabras sin rumor de caballos,
sin vestidos de corte,
sin palacios.
Junto a Bagdad herido por el fuego,
mi alma te ha cortado a su medida.

Todo cesa de pronto y te imagino
en la ciudad, tu coche, tus vaqueros,
la ley de tus edades,
y tengo miedo de quererte en falso,
porque no sé vivir sino en la apuesta,
abrasado por llamas que arden sin quemarnos
y que son realidad,
aunque los ojos miren la distancia
en los televisores.

A través de los siglos,
saltando por encima de todas las catástrofes,
por encima de títulos y fechas,
las palabras retornan al mundo de los seres vivos,
preguntan por su casa.

Ya sé que no es eterna la poesía,
pero sabe cambiar junto a nosotros,
aparecer vestida con vaqueros,
apoyarse en el hombre que se inventa un amor
y que sufre de amor
cuando está solo.


Habitaciones separadas, 1994.

DEDICATORIA

Dedicatoria

Si alguna vez la vida te maltrata,
acuérdate de mí,
que no puede cansarse de esperar
aquel que no se cansa de mirarte.

martes, 17 de noviembre de 2009

SE DESCALZAN LOS DÍAS...

se descalzan los días
para pasar de largo sin que nos demos cuenta.
Son casi despedidas, casi encuentros
-felices pero incómodos-
de cuerpos que se miran
y que aplazan la cita.
Aunque detrás,
suelen quedarnos huellas de que no son los recuerdos.

De aquel jardín inculto yo conservo
el hombre que venía a desearte,
a caminar sin ti,
silvestre y solo.
Porque de ti le hablan las adelfas,
de sus ramas difíciles como muchachas jóvenes,
y las palmeras altas igual que tu desnudo,
y aquel cielo corrido
que buscaba
la luz con que el amor te distingue los ojos.

No envejecemos nunca. Tal vez no envejecemos.

Y ahora puede decírtelo,
cuando tú me recuerdas las adelfas,
y tu dibujo en arco recuerda una palmera,
y los ojos se nublan
sobre el jardín silvestre de los enamorados.

Tal vez no envejecemos. O es acaso que el tiempo
se quitó los tacones para no molestarnos.
O es acaso el deseo
que camina en los labios todavía descalzo.
 
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